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miércoles, 26 de julio de 2017

Zona del Silencio: La misteriosa región en donde los relojes y las radios no funcionan


Zona del Silencio: La misteriosa región en donde los relojes y las radios no funcionan



En las entrañas de México, entre los estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila y Durango se expande un desierto conocido como «Zona del Silencio», en donde -sin explicación científica- las ondas de radio se interrumpen, los relojes enloquecen y las brújulas se desorientan.

Historias de misteriosas luces, fenómenos que interfieren en los sistemas electrónicos, extrañas plantas y criaturas, personas misteriosas, y frecuentes caídas de meteoritos han hecho de este lugar un destino mítico para muchos. 

El lugar se ubica a dos mil metros sobre el nivel del mar, y curiosamente queda sobre el paralelo 27 de latitud norte, sobre el que también está el Triángulo de las Bermudas, la cordillera del Himalaya y las Pirámides de Egipto. Se identifica por un obelisco de fierro oxidado de 2.5 metros de altura, que sirve también para marcar la unión de las tres entidades.

No es que falten sonidos, ruidos o susurros; el nombre Zona del Silencio obedece al fenómeno por el cual las ondas hertzianas de radio no fluyen de modo normal. Es preciso localizar determinadas franjas para poder establecer comunicación, aunque, de cualquier modo, siempre es deficiente. Es la imposibilidad de comunicación con el exterior lo que ha dado nombre al lugar.




El área, habitada por pequeños grupos de entre tres y cuatro casas, separados unos de otros por distancias muy extensas, es un verdadero páramo. Sus piedras, sin contener hierro, ni ningún otro material metálico, son sin embargo magnéticas y atraen los imanes. Se cree que, en la prehistoria, la Zona del Silencio supo formar parte de un inmenso lecho oceánico, lo que explicaría la presencia de abundantes sedimentos marinos y esqueletos de peces y rumiantes fosilizados.

Este lugar cobró fama en 1970, después de la caída del cohete Athenas de la NASA, pues precisamente cayó dentro del Bolsón de Mapimí; en su centro magnético. Los relatos Norteamericanos sobre la búsqueda del cohete mencionan un dato curioso, los aparatos de radar que llevaban para localizar al Athenas no funcionaron, eran inútiles, y el cohete solo fue encontrado un día después.

Posteriormente al hallazgo, en la cercanía, se construyó una vía férrea por la cual se llevarían el cohete. Además, con el pretexto de que estaba contaminada, los estadounidenses se llevaron algunas toneladas de tierra para investigarlas. A partir de tal suceso, nacieron los rumores de que esa tierra tenía propiedades magnéticas desconocidas.

El primer caso reportado de problemas técnicos en la Zona del Silencio, le ocurrió a Francisco Sarabia Tinoco. Sarabia es uno de los más famosos aviadores en México, y de quien lleva el nombre el aeropuerto nacional en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. Francisco volaba sobre Durango en la década de 1930, cuando entró en el espacio aéreo situado sobre el desierto de Chihuahua. De repente hubo un silencio de radio, que alertó al control del tráfico aéreo que algo no iba bien. Sarabia tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia después de que su equipo fallara. Él sobrevivió, pero ni él ni los ingenieros pudieron encontrar explicación a lo que había ocurrido.



Otras historias hablan de un grupo de personas rubias (dos hombres y una mujer), que aparecen misteriosamente en varias partes de la Zona del Silencio. En una ocasión un turista consiguió hablar con ellos, informó que su español era perfecto y les pregunto de donde venían, ellos respondieron, “de arriba”.

Los científicos no encuentran una explicación lógica ni racional a todos los fenómenos extraños que ocurren el la Zona del Silencio. Una de sus teorías es que su ubicación permite crear una especie de vórtice energético. ¿Será una simple casualidad o hay algo mas oculto en esta zona?. Vía MysteryScience

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