Es común que los niños aseguren compartir juegos con amigos invisibles. Los psicólogos opinan que se trata únicamente de la imaginación de los pequeños, pero existen casos que van más allá, como mostramos en el siguiente reportaje, en el cual también abordamos otros asuntos paranormales protagonizados por infantes: desde recuerdos de vidas pasadas a contactos con los espíritus, pasando por la demostración de fascinantes poderes paranormales.
Desde la antigüedad, encontramos relatos que describen la existencia de niños con un nivel de sensibilidad emocional y espiritual por encima de la media, demostrando facultades psíquicas que lograron trascender el límite señalado por los cinco sentidos comunes a todo ser humano. Egipcios, tibetanos, persas y griegos, entre otros, adoraban y consultaban a pequeños que supuestamente poseían una conexión con entidades del mundo espiritual, actuando como intermediarios y portadores de mensajes divinos.
Se estima que un 85% de los conocimientos básicos los adquirimos durante los primeros nueve años de vida, como resultado de las percepciones de la realidad objetiva con la que interactuamos. Sin embargo, existen casos que sugieren la posibilidad de agregar otra categoría de saberes, percibidos mediante capacidades extrasensoriales. En ocasiones, algunos niños parecen captar fenómenos de ambas realidades (normal y paranormal) sin diferenciarlas, ya que su amplitud mental los habilitaría a interactuar con su entorno sin prejuicios, a diferencia de los adultos.
Los sucesos paranormales en la niñez tienden a generar temor y conflictos en sus protagonistas, porque al miedo que les provocan los fenómenos que suceden a su alrededor hemos de sumarle la incomprensión que suelen encontrar en su entorno social.
PREMONICIONES
La precognición es la capacidad de conocer hechos antes de que acontezcan y que no pueden deducirse de la información adquirida a través de los cinco sentidos. La pequeña Eryl Jones experimentó dicho fenómeno en la mañana del 20 de octubre de 1966. Estaba desayunando cuando realizó un dibujo de lo que había soñado por la noche. Contó a su madre que «algo grande y negro caía sobre su escuela». La mujer quitó importancia al hecho y le dijo a la niña que probablemente había sufrido una pesadilla. Un día después, una mina de carbón se desplomó sobre el pueblo galés de Aberfan, sepultando todo a su paso, incluida la escuela de Eryl, quien también perdió la vida junto a otras 143 personas.
Los trabajos de la parapsicóloga escocesa Shari Cohn muestran la existencia de patrones genéticos que predisponen a experimentar fenómenos psíquicos. Estas capacidades suelen transmitirse de padres a hijos e incluso de abuelos a nietos. Este sería el caso de la psíquica Leonor Hernández –docente de profesión–, que ha colaborado desinteresadamente con la policía argentina en la resolución de casos de secuestros y asesinatos, y que siempre ha preferido mantenerse alejada de los medios de comunicación. Leonor nos comentaba que desde niña ha venido experimentando fenómenos de clarividencia y precognición. Recuerda que todo comenzó durante las fiestas de su pueblo natal: «Estaba con mi familia a punto de presenciar las tradicionales carreras de caballos, cuando de forma imprevista supe qué caballos iban a resultar ganadores; resultados que luego se confirmaron». Cabe destacar que tanto ella como su familia reaccionaban de forma normal ante estas experiencias, que no asociaban a fenómenos fuera de lo común. Leonor me confesó que su abuela paterna, de origen español, poseía habilidades similares a las suyas.
DESCONCERTANTES CAPACIDADES PSI
Otros niños tienen la capacidad de ver el aura o las «emanaciones energéticas» de personas y animales bajo la forma de luces o nubes de colores. Silvia S. y Guillermo M. me relataron el caso de Julio, su hijo de 11 años edad. A los cinco el pequeño comenzó a referirse a los estados emocionales y de salud de individuos de su entorno. «Observaba luces y nubes de colores cambiantes en las personas», me contaban sus padres. En principio pensaron que se trataba de una fantasía del chaval, ya que éste expresaba sus percepciones extrasensoriales canturreando, excepto cuando indicaba que alguien estaba enfermo o triste. Julio comenzó a obsesionarse con sus capacidades, algo que causó una enorme preocupación en mis informantes, sobre todo cuando corroboraron que aquellos vecinos a los que el niño había «diagnosticado » como «enfermos graves» –a pesar de que ni éste ni sus padres tenían conocimiento de estas dolencias–, acababan falleciendo al poco tiempo. Frente a este cuadro, Silvia y Guillermo decidieron prohibir al niño hablar de estas vivencias, amenazándole con que enfermería si continuaba refiriéndose a las mismas. A día de hoy, Julio parece que ha conseguido «apagar» estas percepciones extrasensoriales.
En este caso, la reacción de los padres provocó que el niño rechazase sus capacidades. De acuerdo a la investigadora norteamericana Silvia Hart Wright, los juicios de valor y actitudes negativas respecto a las experiencias psíquicas de los pequeños, pueden conducir a éstos a reprimir estas capacidades o a dificultar la integración de las mismas en su vida. Por tal motivo, Hart Wright recomienda enseñar a los niños que lo que les ocurre no es algo negativo ni anormal, liberándolos así de toda presión y condena social. Por Marcelo Eremián
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