Los ojos de un niño que ríe son el reflejo de la felicidad más sincera y revoltosa. La mirada encendida de alguien que atiende a la persona amada es poco más que un libro abierto. Los seres humanos hablamos con los ojos, y este, es un lenguaje que no necesita de palabras ni subtítulos: solo el poder de unas emociones que nacen desde el interior.
Los ojos son también los indicadores más poderosos sobre nuestro estado de ánimo, y no solo eso, según varios estudios, en nuestra mirada pueden intuirse además muchas de nuestras intenciones, ya sean buenas o malas. Son el mejor canal para sintonizar con nuestros semejantes, para demostrar afecto, repulsión, miedo o incomodidad.
Los ojos son los mensajeros del alma, porque mientras las palabras pueden estar cargadas de falsedad, nuestras miradas son las ventanas del corazón y el lenguaje las emociones: no necesitan subtítulos.
Un aspecto que siempre suele surgir, relacionándolo inevitablemente con la psicología, es la mirada, es si alguien puede llegar a engañar con sus ojos. La respuesta es que sí, no obstante, suelen ser personas con un gran dominio y control del lenguaje no verbal. Te invitamos a conocer más datos al respecto de este interesante tema.
Los ojos y el misterio de las pupilas
Eckhard Hess fue un psicólogo y oftalmólogo al que su mujer le indicó algo que le llamó la atención mientras le observaba leyendo en la cama. Ensimismado en su interesante lectura, la señora Hess se dio cuenta que las pupilas de los ojos de su marido se dilataban en ciertos momentos para volver a contraerse al segundo.
El doctor Eckhard Hess, intrigado por lo que su perspicaz mujer había observado, no dudó en hacer un pequeño experimento al día siguiente con sus alumnos “masculinos” de la Universidad de Chicago en aquellos años de 1943. La prueba era sencilla: les ofreció un libro, y entre las hojas, se escondían algunas fotografías de chicas del Playboy. Ahí estaba, al instante ese impacto visual inesperado producía una fascinante dilatación pupilar.
Eckhard demostró que el sistema nervioso autónomo, encargado de regular las acciones involuntarias, está muy relacionado con el poder emocional. Cuando a través de nuestros ojos percibimos información valorada como interesante -como fue su caso- o mantenemos una conversación enriquecedora, nuestras pupilas se dilatan. Ocurre lo mismo cuando nuestra mirada “tropieza”de pronto con algo excitante, que nos gusta o nos atrae: los ojos quedan cuajados por ese mar negro de nuestras pupilas.
El misterio de las pupilas ha sido siempre un tema fascinante que nos ha enseñado básicamente dos cosas: la primera es que la dilatación no se produce únicamente por la falta de luz. La segunda es que las pupilas están relacionadas de forma íntima con nuestras emociones y que su dilatación es un acto involuntario, es el reflejo más puro e íntegro de nuestras pulsiones y sentimientos.
Cuando la mirada es sincera, se convierte en el puente entre dos almas
La mirada de una persona puede ser en ocasiones como un mapa de afectos, de calma interior y de esa paz que conecta de inmediato con nuestro interior. Otras veces, en cambio, el océano de sus iris son los recorridos del desconsuelo y las decepciones. Los ojos no solo dicen mucho de nuestras historias personales, sino también del modo en el que nos relacionamos con los demás.
El que mira hacia fuera sueña, el que mira hacia dentro despierta
La forma en la que miramos es un modo de retroalimentación y a su vez una señal de sincronización -o de falta de la misma- entre dos interlocutores. Los diálogos más armónicos son aquellos donde las personas se miran a los ojos, se atienden y empatizan. Por otro lado, también podemos encontrarnos a esos otros amigos que por lo general, tienden a evitar el contacto visual, que “se escapan” hacia los flancos, que bajan la mirada y nos rehuyen.
La ansiedad social, la timidez o la introversión actúan en ocasiones como veletas de esas miradas que vienen y van, que no se quedan demasiado tiempo en un mismo rostro por incomodidad, temor o desinterés. En estos casos, es muy difícil crear puentes y establecer una adecuada unión emocional.
Un aspecto que también resulta interesante es el que se demostró en la Universidad de Cambridge de la mano del doctor Simon Baron-Cohen. Gracias a diversas pruebas realizadas a lo largo de varios años, se descubrió que las mujeres son mucho más hábiles a la hora de descifrar las emociones y las intenciones de otra persona interpretando solo su mirada.
Tanto hombres como mujeres obtuvieron puntuaciones similares a la hora de interpretar el lenguaje no verbal del cuerpo. Sin embargo, los ojos son siempre ese universo velado, pero cargado de significados, que una mirada femenina hábil intuye y descifra.
Parece que en ocasiones, sí que se llega a cumplirse aquello de que la mirada dice a gritos todo aquello que el corazón calla…
Por lamenteesmaravillosa
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