Si comprendemos que el humano es un ser hecho de energía habremos sentado las bases para una nueva consideración de la salud y la enfermedad; y este nuevo planteamiento Einsteiniano, además de proporcionar a los médicos del futuro una perspectiva inédita en cuanto a los orígenes de las dolencias, promete medios más eficaces para aliviar el padecimiento humano.
A diferencia de los enfoques convencionales farmacológico y quirúrgico, la medicina vibracional intenta el tratamiento de los humanos mediante las energías puras.
El orden molecular del cuerpo físico, en el fondo no es más que una retícula compleja de campos de energía entrelazados. Y esa retícula energética, que representa el sustrato físico/celular, recibe organización y alimentación de otros sistemas energéticos «sutiles» que son los que coordinan la fuerza vital con el organismo.
Existe, pues, una jerarquía de sistemas energéticos sutiles que coordinan las funciones electrofisiológicas y las hormonales, así como la estructura del cuerpo físico al nivel celular.
Es a estos niveles sutiles, fundamentalmente, donde tienen sus orígenes la salud y la enfermedad.
Estos sistemas exclusivos de energía son afectados en gran medida por nuestras emociones y por el nivel de equilibrio espiritual tanto como por factores nutricionales y ambientales. Las energías sutiles modifican los patrones de reproducción celular tanto en sentido positivo como negativo.
La sabiduría médica convencional adhiere a la noción errónea de que todas las enfermedades pueden curarse mediante la reparación física o la eliminación de los sistemas celulares anómalos.
Existe un aspecto de la fisiología humana que los médicos no han comprendido y cuya existencia reconocen de mala gana, y esta dimensión de la fisiología humana es el Espíritu en su relación con el cuerpo físico. La dimensión espiritual es la base energética de toda vida, porque es la energía del espíritu lo que anima el soporte físico. La conexión invisible entre el cuerpo físico y las fuerzas sutiles del espíritu encierra la clave para la comprensión de la íntima relación entre materia y energía.
La conciencia misma es una forma de energía vinculada integralmente a la expresión celular del cuerpo físico. En virtud de lo cual, la conciencia interviene en la creación continua de la salud o la enfermedad.
Cuando los representantes de la ciencia médica hayan entendido mejor las interrelaciones profundas entre el cuerpo, la mente y el espíritu, así como las leyes naturales por las que se rigen sus manifestaciones en este planeta, podremos tener una medicina verdaderamente holística.
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