Basados en el hallazgo de marcas de erosión pluvial (por lluvia), varios investigadores y geólogos han sugerido que la Gran Esfinge fue construida miles de años antes de lo que la historia oficial dice.
Mediante un análisis de sedimentos marinos, investigadores de la Universidad de Arizona han determinado los patrones de lluvia en el Sáhara durante un periodo que duró 6.000 años.
Lo que hoy es el Desierto del Sáhara era el hogar de cazadores-recolectores que vivían de los animales y las plantas presentes en las sabanas de la región y en las praderas arboladas hace entre 5.000 y 11.000 años.
«Era diez veces más húmedo que hoy», destaca la autora principal, Jessica Tierney, de la Universidad de Arizona. La precipitación anual ahora en el Sáhara oscila entre 4 pulgadas y menos de 1 pulgada (de 100 a 35 mm). Aunque otras investigaciones ya habían identificado la existencia del periodo del «Sáhara Verde», Tierney y sus colegas han recopilado un registro continuo de las precipitaciones de la región que se produjeron 25.000 años atrás.
La evidencia arqueológica muestra que los seres humanos ocuparon gran parte del Sáhara durante el periodo húmedo, pero se fueron retirando gradualmente hace aproximadamente 8.000 años. Otros investigadores han sugerido que el Sáhara se volvió más seco en el momento en que las personas se marcharon, pero la evidencia no fue concluyente, señala Tierney, profesora adjunta de Geociencias de la UA, cuyo trabajo se publicó este miércoles en Science Advances.
El desierto del Sáhara es el más cálido del mundo y el tercero más grande después de la Antártida y el Ártico.
El registro de lluvias de su equipo muestra un periodo de mil años, hace unos 8.000 años, en el que el Sáhara se volvió más seco, el cual coincide con el momento en el que la gente se fue. «Parece que este periodo de mil años de sequía hizo que las personas emigraran masivamente», añade Tierney en un comunicado.
Cambio del eje terrestre
En lugar de los sedimentos de los lagos, Tierney y sus colegas utilizaron núcleos de sedimentos marinos extraídos de la costa de África Occidental en cuatro sitios diferentes. Como los núcleos fueron tomados a lo largo de una distancia norte-sur de 1.300 kilómetros, desde el cabo de Ghir (Marruecos) hasta la esquina noroeste de Mauritania, revelaron tanto los patrones de precipitación antiguos como la extensión del Sáhara Verde.
En las plantas terrestres, la composición química de la cera de una hoja cambia dependiendo de cómo era el clima de seco o húmedo cuando la planta estaba creciendo. La cera de la hoja también se lava en el océano y se puede conservar en los sedimentos marinos que se establecen año tras año.
Los investigadores Peter deMenocal y Jessica Tierney, autores del estudio publicado.
Al analizar la cera de las hojas de los antiguos sedimentos marinos, el equipo determinó los patrones de lluvia pasados de la región y también recogió pistas sobre qué tipos de plantas estaban creciendo. El equipo también quería saber si las condiciones en la Tierra interactuaron con la atmósfera para afectar al clima, porque la mayoría de los actuales modelos climáticos no simula el periodo del Sáhara Verde.
La cantidad de radiación solar que recibe la Tierra durante el verano en el hemisferio norte depende de dónde está el «bamboleo» de la Tierra —variación en el eje de rotación—, conocido como precesión, en su ciclo de 23.000 años. Al comienzo del Sáhara Verde, el hemisferio norte estaba más cerca del sol durante el verano y los veranos más cálidos fortalecieron el monzón de África Occidental y produjeron más lluvia. Hacia el final del Sáhara Verde, el hemisferio norte estaba más alejado del sol y el monzón de África occidental era más débil.
«Hay una retroalimentación entre la vegetación, el polvo y la lluvia», resume Tierney. «En este momento, el desierto del Sáhara es la mayor fuente de polvo del planeta, pero un Sáhara con vegetación produciría mucho menos polvo».
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