Siete años después de las detonaciones nucleares en Nuevo México, al Dr. Robert Oppenheimer, el "padre de la bomba atómica", se le preguntó durante una conferencia si él había sido la primera persona en llevar a cabo pruebas atómicas. Su respuesta fue: "Sí, en los tiempos modernos".
Aunque en aquel momento su respuesta se consideró críptica o al menos vaga, el Dr. Oppenheimer estaba aludiendo a una serie de textos hindúes antiguos que describen la ocurrencia de catástrofes a gran escala que no correspondían a desastres naturales registrados. Más específicamente, se refería a la Bhagavad Gita, una antigua escritura sánscrita que retrata la detonación y los efectos de una poderosa «arma desconocida».
Este tema es ha sido casi siempre evitado por la comunidad científica, sin embargo existen evidencias que respaldarían eventos como éste. Esta evidencia se trata fundamentalmente de fragmentos de vidrio fundido que se encuentran en muchos desiertos en todo el mundo. Estas piezas de vidrio se parecen mucho a las que se encuentran en el campo de pruebas atómicas en Alamogordo, el lugar donde se detonó la primera bomba nuclear del mundo moderno. El cristal encontrado en el desierto se formó cuando las temperaturas llegó a escalas superiores a 3.300 grados Fahrenheit (1.800 ° Celsius) causando que los granos de arena prácticamente se fundan y se fusionen.
Estos restos vitrificados fueron descritos por primera vez por Patrick Clayton que los encontró mientras examinaba el desierto del Sahara en 1932. Clayton descubrió enormes trozos de vidrio de color verde amarillento en la arena y las presentó a sus compañeros geólogos. Una posible explicación llegó casi 50 años después, cuando uno de los ingenieros que ayudaron a crear la bomba atómica revisando el sitio de pruebas en Nuevo México, se dio cuenta de la existencia de fragmentos de vidrio que eran similares a los que había visto en el desierto, aunque mucho más pequeños.
Una extraña pieza de vidrio del desierto de Libia
Al ser un ingeniero, realizó los cálculos necesarios y se sorprendió de los resultados obtenidos. Para lograr producir trozos vidrio de un tamaño similar a los encontrados en el desierto por Clayton, la explosión tuvo que haber sido 10.000 veces más poderosa que la que ocurrió en Nuevo México. Se propuso una explicación muy plausible: Se habría formado el cristal debido a los impactos de asteroides, cometas o gigantes meteoritos. Estos impactos ciertamente encajan con el perfil, ya que producen fácilmente la enorme cantidad de calor necesaria para fundir los cristales de silicio.
Vidrio generado por explosión atómica en Nuevo México
Sin embargo, un gran impacto también dejaría un gran cráter visible, y no se encontraron indicios de cráteres en el desierto. Este tipo de cristal ha sido encontrado en el Sahara, en el desierto de Mojave y en el desierto de Libia. Además, el cristal encontrado en Libia tenía una muy alta pureza y claridad (más de 99 por ciento). En el caso de impacto de meteoritos, el silicio se funde junto con el hierro del meteorito en sí, así como otros adulterantes.
¿Es realmente imposible que las antiguas civilizaciones alcanzaron un nivel tecnológico similar al nuestro? ¿Hemos realmente explorado todas las posibilidades? Después de todo, las representaciones de armas terribles capaces de destruir ciudades enteras se encuentran en las leyendas de muchas culturas, separadas por el espacio y el tiempo. ¿Fueron esas representaciones no más que el trabajo de la imaginación humana previendo una colosal arma? ¿Qué hay de las pruebas físicas, entonces? ¿Dónde encajan?
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