Cada dos segundos se pierde un área de bosque equivalente a un campo de fútbol
Los monocultivos de aceite de palma han sido durante mucho tiempo el verdadero enemigo del movimiento ambientalista y, en particular, de los que luchan contra la deforestación. No obstante, la industria ganadera es aún más responsable de la pérdida progresiva de zonas forestales en el planeta.
(Nelson Luiz Wendel / Getty)
En 2015 la fundación Global Canopy Program puso en marcha el programa Forest 500 con el objetivo de medir el progreso de gobiernos, empresas e instituciones financieras en la lucha contra la deforestación. En los últimos años, de acuerdo con este sistema, el 53% de las empresas productoras de aceite de palma y las fabricantes de productos derivados han reducido su impacto en la deforestación. Por el contrario, el 73% de la industria ganadera no adopta todavía ningún tipo de medida para detener la desaparición de los bosques tropicales.
Oídos sordos
El 73% de la industria ganadera no adopta todavía ningún tipo de medida para detener la desaparición de los bosques tropicales.
El fenómeno es particularmente grave en América Latina, donde se encuentran los siete países más vulnerables a la penetración de la ganadería extensiva: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, México, Perú y Venezuela.
Deforestación en aumento
Los bosques cubren el 30% de la superficie terrestre de nuestro planeta. Son necesarios para absorber emisiones de gases de efecto invernadero, proporcionar agua, protección contra los desastres naturales (inundaciones, desertificación) y preservar la biodiversidad. Sin embargo, están en constante disminución. Según la FAO, cada dos segundos se pierde el equivalente de un campo de fútbol.
La ganadera es ‘la industria más destructiva del planeta’: es la provocativa tesis expuesta, por ejemplo, en el exitoso documental producido por Leonardo Di Caprio Cowspiracy. Sin embargo, también es un sector imprescindible para mantener nuestro estilo de vida. De ello no proceden sólo carne y lácteos, sino que también pieles, comida para mascotas, cosméticos y hasta válvulas cardiacas.
Consumo de carne en aumento
Nuestras costumbres de todos modos están lejos de cambiar. Si los esfuerzos para reciclar y diferenciar la basura, emplear vehículos de transporte de bajas emisiones, utilizar el agua con moderación son cada vez más consolidados, el consumo mundial de carne per cápita desde 1995 ha aumentado en un 15%.
Los gases de efecto invernadero procedentes de la ganadería son más peligrosos que los del sector del transporte.
Debido también al crecimiento de la población y del ‘bienestar’ en nuevos países, las previsiones dicen que en 2050 el consumo de carne crecerá en un 73% y el de los productos lácteos en un 58%.
Cada ciudadano de Estados Unidos come unos 117 kilos de carne al año (el promedio mundial es de alrededor de 37). En China, el consumo per cápita es de 58,5 kg, con un total anual de 71 millones de toneladas, más del doble que el de los EE.UU.
El Ministerio de Agricultura estima que el consumo medio per cápita de carne en España es de 51 kilos al año. Unos 139 gramos al día, cuando la dieta mediterránea aconseja asumir como mucho 100 gramos y preferiblemente no todos los días.
La grave huella ecológica
La huella ecológica de la dieta ‘carnívora’ es evidente en muchos factores (producción de gases de efecto invernadero, consumo hídrico, consumo de suelo, contaminación) y con resultados tan graves como para que parezca casi inofensivo el impacto de todas las otras actividades humanas.
Ya en 2006, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) avisó que los gases de efecto invernadero procedentes de la ganadería son más peligrosos que los del sector del transporte. Las deyecciones de los animales representan el 37% de las emisiones globales de metano, un gas de efecto invernadero 70 veces más potente y dañino del dióxido de carbono.
La industria ganadera y la carne
La industria alimentaria utiliza hoy en día alrededor del 40% del espacio disponible en la Tierra. En la selva amazónica, el 88% del terreno deforestado ha sido destinado al pastoreo
Cuánto emite el proceso cárnico
En 2011, un estudio elaborado por la organización ecologista estadounidense The Environmental Working Group calculó las emisiones durante todo el ciclo-vida de la carne, desde el establo, al transporte, al procesamiento y venta, hasta la cocción y eliminación de los residuos.
Así, un kilo de cordero conllevaría una producción paralela de 39,2 kg de Co2 (el equivalente de casi 140 km en coche), de cerdo de 12,1 kg y de pavo de 10,9. Mientras que 13,5 kg de Co2 se liberarían a la atmósfera por cada kilogramo de queso producido y menos de un kilo para las lentejas.
En cuanto al consumo de suelo, teniendo en cuenta no sólo el espacio ocupado por las granjas y los pastos, sino también por los cultivos necesarios para nutrir a los animales (según la FAO, el 50% de la producción mundial de cereales y el 90% de la de soja están destinados a la alimentación del ganado), la industria alimentaria utiliza hoy en día alrededor del 40% del espacio disponible en la Tierra. En la selva amazónica, el 88% del terreno deforestado ha sido destinado al pastoreo.
El mismo discurso vale también para la cantidad de agua consumida, tanto que comer una sola hamburguesa es equivalente a usar el agua necesaria para dos meses de duchas. Cuanto menos, es para pensárselo. (Fuente)
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