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lunes, 15 de febrero de 2016

RESURRECCIÓN EN GIZA

El interior de la Gran Pirámide de Keops, en la explanada de Giza, no fue diseñado para facilitar el trabajo a quienes levantaron el monumento… ni el acceso a quienes lo continúan visitando en nuestros días. ¿Para qué tantas cámaras, galerías y conductos? ¿Por qué las medidas y su geometría se nos antojan tan escasamente prácticas? ¿O acaso es justo al contrario? Investigaciones bien fundamentadas vinculan esta extraordinaria construcción con una enorme máquina acústica… 



Hace casi cinco mil años, los faraones Keops, Kefrén y Micerinos, todos ellos pertenecientes a la IV dinastía del Imperio Antiguo de Egipto, construyeron sendos monumentos con forma piramidal. Si bien nunca se encontraron sus momias en el interior, el carácter funerario de estos edificios resulta incontestable. Las tres grandes pirámides de Giza fueron diseñadas como la última morada para estos reyes, el lugar desde donde, según sus creencias, accederían al más allá, a una nueva vida después de la muerte.

En aquella época, construir pirámides para tal fin estaba de moda, era el último grito. Incluso Esnofru, padre de Keops, se marcó un sorprendente triplete llegando a construir para sí mismo tres de estas superestructuras, que nada tienen que envidiar a las de sus sucesores. Y es que los reyes de la IV dinastía disfrutaban de los mayores privilegios, gozaron de un poder político que nunca más se volvería a ver, lo que les permitió emprender proyectos arquitectónicos inalcanzables para el resto de los mortales. No en vano, por aquellos tiempos, el faraón estaba considerado un dios en la Tierra. Cosa que invita a imaginar el calado de los sentimientos despertados por su figura entre el pueblo y la inmensa capacidad de reunir trabajadores para sus objetivos personales: uno de ellos el levantamiento de pirámides.



LABERINTO EN PIEDRA

Sin duda, la Gran Pirámide de Keops es la más laberíntica de todas. En su seno nos aguardan cámaras y pasajes entrecruzados. Por una parte y debido a su complejidad, el interior causa sorpresa y admiración al visitante. Por otra, lo intrincado del diseño, capaz de fatigar al más hábil de los contorsionistas, provoca una creciente incomodidad. Y es que los llamados "canales", pasajes que conectan las distintas cámaras y que no superan los 1,20 metros de altura, hacen que el desplazamiento por el interior de la pirámide se convierta en una auténtica odisea, cuando no en una tortura. La razón principal es que resulta imposible caminar erguido mientras los transitas.


DEMASIADAS MOLESTIAS

Es muy llamativo que usaran estas medidas en concreto, pues parece evidente que haber utilizado otras más "cómodas" hubiese facilitado y mucho las tareas de construcción. Este detalle, sumado a la insólita ubicación de las cámaras y al peculiar diseño de algunas de ellas, se presta a que las preguntas broten automáticamente. ¿Por qué los constructores de la pirámide de Keops se empeñarían en complicarse la vida con este planteamiento, si manejarse por su interior, tanto antes como después de finalizar la obra, resulta de lo más complicado? Por supuesto, existe una explicación: la música. Una función que ha pasado inadvertida porque no hemos sabido "escuchar" a la propia pirámide. Como apuntaba anteriormente, las pirámides poseen un marcado carácter funerario, pero otra cosa es el objetivo concreto perseguido al concebirla con unas dimensiones internas tan particulares.


Por Samuel García Barrajón

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